Este mismo día se publicaba el primer juego de rol español, un libro de tapas azules y extraña portada que, en escasas cien páginas, condensaba un universo de juego con un enorme potencial por delante, un juego que mezclaba, a partes iguales, historia y leyenda, la realidad y la ficción.
Y aquí estamos ahora, veinticinco años después, con la frente marchita y con las nieves del tiempo plateando la sien (en mi caso la barba). El librito ha crecido como nadie pudo imaginar nunca, ni quien lo escribió ni quien lo concibió. Dos o tres años le daba Ricard a la criatura y míralo, capaz de aguantar el paso del tiempo mucho mejor que otros.
Tenía pensado regalar algo hoy a los seguidores del juego, una aventura ambientada en la famosa posada de Alvar el Honesto veinticinco años después de lo sucedido en las últimas páginas de la primera edición del libro. Pero no ha podido ser. El tiempo me lo ha impedido. Es una pena, de verdad, pues quería agradecer de alguna forma al juego lo que él me ha dado, tanto a nivel lúdico como literario, a nivel pedagógico como profesional. Estos días ando releyendo la primera edición del juego (siempre es bueno acudir a la fuente cuando hay que encarar un nuevo libro) y me maravillo de donde ha conseguido llegar Aquelarre y aunque firmé buena parte de la tercera edición, sé que Aquelarre seguiría siendo Aquelarre sin mi (pues nunca ha sido mío y nunca lo será) e incluso, si me apurais (y espero que él lo entienda), sin Ricard, pues ha trascendido el mero juego de autor para convertirse en un icono del rol en España. Y como todos los iconos que existen y existirán, son los que los utilizan los que le dan verdadero sentido. Aquelarre es pues de todo aquel que lo juega. Ni más ni menos.
De nuevo, aquí estamos: veinticinco años encima y un futuro maravilloso por delante, con dos suplementos recién publicados, una edición de lujo como no se ha visto otra en España ni en buena parte del extranjero, un kickstarter para traducirlo en inglés que ha sido un tremendo éxito, Ricard y otros autores trabajando en nuevos suplementos (un servidor, por su parte, embozado en el siglo XVII para ese Villa y Corte 2.0 que, por cierto, el año que viene cumple veinte añazos) y, sobre todo y por encima de todo, mucha gente que aún juega a Aquelarre. Sin ellos, es muy posible que yo no estaría aquí celebrando este cumpleaños.
Así que dejadme despedirme vestido de burbujita de Freixenet con una botella de cava en la mano para decir:
"Gracias Ricard, por haber confiado en mi y haberme metido en esta grata locura"
"Gracias a Manu, Pedro y los demás miembros de Nosolorol (sois ya tantos que me lío con tanto nombre) por dejarme seguir aquí ideando maldades para publicármelas".
"Gracias seguidores de Aquelarre por seguir jugando en mesa, en vivo, en hangout, pues cada dado de cien que rueda es un día más de vida para el juego."
"Y gracias, Aquelarre".
Veinticinco años no son nada, señor Polo. Por otros veinticinco más ;).
ResponderEliminarY tú que los veas... ;)
EliminarMenuda noticia, gran juego y mejor fecha¡
ResponderEliminarQuiero contactar en privado con usted Antonio, ¿de qué manera podría, si eso fuera posible?
Muchas gracias, y un cordial saludo¡
Me puedes encontrar mucho por Facebook o, si no, en anpolomo[arroba]yahoo.es... ;)
EliminarMuchas y merecidas felicidades.
ResponderEliminarGracias, maese Velasco...
EliminarMuchas felicidades, y que no sean solo estos 25 años ;)
ResponderEliminarSiempre he tenido ganas de jugar, y gracias a un colega podré ser por fin un almogávar. Muchas gracias a usted y a Ricard por darme la oportunidad!
ResponderEliminarMe alegra mucho... ;)
EliminarCreo que todos estamos de enhorabuena por poder tener este pedazo de juego en nuestras estanterías, o quizas más importante, en mesas de juego. La obra de Ricard ya es sonada en todos los grupos roleros por méritos propios, y esta tercera edición es el sumun de un juego insuperable. Que buen hacer maestro Polo! Esto no para de crecer, con buen material y futuros proyectos de interes. Ese Villa y Corte me tiene en ascuas... y una pena lo del Sand Box, mira que no es el día que no me pregunte que hubiera sido de el...
ResponderEliminarGracias, maese Guardián... Pero el sandbox no ha desaparecido: se ha trasladado a otra época y a otra ciudad... ;)
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