"Soledad de rezo y gemíos,
campanillas, trinos, la pena...
Soleá ebria de poderío,
aromas de jazmín y azucena..."
Alameda (Aires de la Alameda)
Como ya saben muchos de lo que leen esto, este fin de semana el humilde escriba que emborrona este artículo fue invitado por la Asociación de
El Dirigible para acudir a las
VIII Jornadas de Rol y Estrategia de Sevilla, y bueno, allí que me fuí, como otros años, a disfrutar de los amigos y la grata compañía, aunque esta vez tenía cierto aliciente que hacía el viaje cuanto menos especial.
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En primer plano, Aquelarre. Al fondo, la Procesión de los Sacos por la Alameda... |
Aquelarre Sevillano
Pues si, por fin, tras una larga espera -ampliada en algunos días por Manu Sueiro, que quería vernos la carita a los autores cuando nos lo entregara en mano- por fin tuve ante mí ese tomaco impresionante que difícilmente yo había creído que llegaría a existir cuando Ricard me cameló para que le ayudara hace ya cuatro años. Pero sí, no había que pellizcarse: el peso del manual me gritaba que era cierto, que era real, que estaba delante de mi y que había llegado al mundo tras una larga concepción, un embarazo accidentado y un parto difícil, pero que con la ayuda de casi doscientos parturientos-mecenas se le había dado un fuerte manotazo en el culo y ahora la criatura empezaba a berrear...
Tras la incredulidad inicial fueron llegando otras sensaciones: el intenso olor a libro nuevo, el colorido de las ilustraciones, los párrafos que ya no recordaba haber escrito (y que ya no puedo sentir como míos, sino como nuestros, de todos los Directores de Juego que pensamos utilizarlo), el sonido de los dados demoníacos al rodar sobre la mesa, la sonrisa de Ricard mientras me observaba leerlo al tiempo que pensaba (estoy seguro) "ahora ya sabes lo que se siente", el abrazo de Bea al ver su dedicatoria, la cara de Tadevs mientras lo ojeaba, la sonrisa de suficiencia de Manu Sueiro complacido de ver como llaman guapo a su hijo (tan suyo como nuestro)... Es difícil de precisar el sentimiento general: quizás un padre (no lo sé, pues no lo soy) sienta algo así al ver a su hijo, aunque imagino que multiplicado por diez...
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La presentación: Manuel Magno presenta a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis... |
Al día siguiente, ya con la certeza indiscutible de la existencia del libro, nos reunimos algunos de sus padres (aunque faltaban muchos, tantos como colaboradores, tantos como mecenas) para presentar en sociedad al recién nacido: para hablar de su futuro, de su creación, de las dificultades, de las alegrías... Fue una charla intensa y larga, en la que yo mismo descubrí cosas que ni siquiera sabía (¿sabíais lo que cuesta sacar una edición como esa? Yo ahora sí...) y en la que respondimos todas aquellas preguntas que se nos hicieron. Durante algunos minutos tuve una intensa sensación de dejavú al acordarme que fue precisamente allí, tres años antes, en 2008, cuando hablamos de como marchaba el proyecto del nuevo Aquelarre, y que fue también allí un año antes, en Sevilla, en la Alameda, donde Ricard, Manu Sueiro y Alex Werden se reunieron para iniciar el camino que nos ha traido al mismo lugar. Por un momento, ante tanta coincidencia sevillana, temí que el libro empezará a pedir una manzanilla, pero no fue el caso.
Ahora son muchos los que han comenzado a reseñar el manual (entre otros
Erekibeon,
Mario Grande,
Lord Tzimisce o el
Club de Rol Thalarion), aunque sé que, por ahora, las alabanzas recaen en los hombros de Manu Sueiro, Iván Sánchez, Jaime García Mendoza y Borja Pindado, que son los que han logrado convertir nuestros textos en su libro, y a ellos debemos ese aspecto estupendo, esa maravilla de portada (sea la que sea, las dos son una maravilla) y esa exquisita maquetación, pues son los responsables de la edición, de la maquetación y de la ilustración de esta obra de arte rolero que, tal y como dije en la presentación, marcará un antes y un después en la publicación de juegos de rol en España, pues demuestra como es posible publicar aquí juegos como si fueran de allí (y todos sabemos donde está allí y a lo que juegan...). Luego, poco a poco, con el tiempo, ya llegará el momento de que tanto Ricard como yo recibamos las críticas o alabanzas que nos tengamos que llevar, pues a la contemplación del manual le sigue, en la mayor parte de los casos, su lectura atenta y el implacable juez que supone la mesa de juego, que pone a todos en su sitio. Y entonces espero, de verdad que sí, que nuestras palabras hayan sido dignas de tamaña responsabilidad.
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Nuestra azafata les muestra una nada original comparación entre Aquelarre y Pathfinder... |
Sevilla tiene un rol especial
Pero dejémonos de autocomplaciencia, demonios, que no solo hubo Aquelarres en Sevilla, sino mucho más, muchísimo más, y aunque seguro que me dejo algo en el tintero (y que me perdonen a los que olvido), intentaré ordenar un poco mis recuerdos.
Tras un infernal y caluroso viaje en tren, seguido de un obligado viaje automobilístico por media Sevilla gracias al Ayuntamiento y la Concejalía de Obras Públicas y una visita rápida a nuestro hotel -por cierto: la localización no podía ser más que acertada, pues la plaza de San Andrés es una pequeña maravilla que desconocía y que me recuerda que no solo sigo en Sevilla sino que estoy a apenas una hora de casa.; felicidades a los del Dirigible, de verdad-, pues eso, que tras dejar los bartulos en el hotel, visitamos la Alameda donde, tras la entrega del
Aquelarre de rigor y de charlar sobre el futuro del niño, pude visitar los stands acompañado de Tadevs y de milady Irenia de Nur. En apenas unos minutos, ya tenía en mis manos el
Dogfight y el Gañanes (si llevo jugando al
Mutantes veinte años, creo que conozco un poco a los de Ludotecnia, en especial al señor J&F Garzón, autor del segundo juego mencionado). También saludé a los chicos de Yggdrasil (Fede, Lorena, Inma...), a los de Yamato, a los de Holocubierta, conocí a los de la Marca de la Este, y tras escuchar un
estupendo concierto de música medieval (al menos lo que me dejó el calor) y comerme un serranito sevillano de pollo (hacía un año que no lo hacía), me fui a la cama con una sonrisa de oreja a oreja...
Al día siguiente, ya con la parienta, los amigos y el sobrino junto a mí, tuvimos presentación de manual demoníaco-medieval, pero también conocí tras diez años de amistad y charlas al ínclito Pedro Nieto (autor de
Ad Intra Mare,
Codex Inquisitoris y del futuro
Omertá), obispo Diego de Deza por mejor nombre y uno de los más activos colaboradores de la tercera edición de "ya sabeis que juego". Durante la tarde nos hicimos Tadevs y yo un hueco en una partida de
Aventuras en la Marca del Este, en la que no podré olvidar la cara de Salva
Fiztan cuando saqué el flipmat de Paizo en la que estaba ya pintado el mapa de la misma torre en la que estabámos jugando (recordad niños: borrad cuando termineis vuestras partidas, que luego, si quereis volverlas a jugar, os pillarán rápidamente...). Y aunque nunca me enteré muy bien que era el "licor de leche de un color" (¿o era "licor de liche de ungoloth"?), me dio igual porque me lo pasé de miedo (quizás demasiado: mi personaje quedó el último tras las votaciones del resto de sus compañeros...).
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En un mismo lugar Pedro J, Manuel Sueiro, Steinkel y Kane (y abajo JMPR de Encuentros Aleatorios): lo raro es que el universo no se replegara en dicho punto... |
Esa noche cenamos (profusamente en mi caso, todo he de decirlo, y de nuevo serranitos: yo no aprendo) Ricard Ibáñez, Tadevs, los chicos de
Yggdrasil y los de
Holocubierta (¿o eran
Radio Telperion? No sé, siempre los confundo), al tiempo que hablabamos sobre lo divino y lo humano: Fede me habló sobre un mundo que yo conocía (o quizás que no quería conocer), comenté con Holocubierta un determinado proyecto (no diré nada: está todavía muy verde) y andamos más que condenados, de un lugar a otro en busca de refugio y cena. Luego todos se fueron de farra aunque yo, acompañado de Tadevs Samsagaz -anfitrión hasta la médula-, me marché pronto al hotel: como decía aquella vieja banda, Video,
la noche no es para mi...
Al día siguiente, con cielo encapotado y amenazando lluvia, nos reunimos con otros viejos amigos de antiguas jornadas, los chicos del
Club de Rol Edoras, extremeños y frikis como ellos solos, con quien compartimos un
Bang! además de un café (y asistimos incrédulos a la fascinación que siente Kiko, uno de sus miembros, por los personajes de lengua cortada en
Aquelarre; o quizás soy yo el que la siente, no lo sé...). También estuvimos de tapitas con aficionados a
Aquelarre, y aunque nos cayó lo más grande, pues la amenaza de lluvia se convirtió en realidad, hablamos mucho y casi de todo, aunque he de reconocer que de lo que menos hablamos fue de rol... Los frikis somos así: inconstantes.
Durante la tarde ya me vi obligado a abandonar Sevilla, aunque me acompañó el frikismo hasta la misma puerta de la estación de Santa Justa, pues el taxista era un viejo rolero que me comentó que había dejado de jugar hacia ya algún tiempo, aunque tenía todavía guardada en un armario "una caja roja con la que yo jugaba a rol...". Parece ser, roleros sevillanos, que hay gente que aún no sabe lo que tiene en el armario...
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Fede, Ricard y Tadevs: como dijo este último, la Sagrada Trilogia del Rol (la Asociación, el Autor y el Aficionado)... |
Así que tras esta crónica desmemoriada y caótica, me gustaría acabar dandole las gracias a Manuel Magno, por ser tan buen anfitrión y por volver a invitarme, a Tadevs, por ser mi Samsagaz particular (sé que aunque Verónica no te lo hubiera pedido, tú lo habrías hecho igual), a Ricard por seguir siendo mi amigo aunque nos veamos de higos a brevas (o de Sevilla a Mollina, más bien), a Fede porque creo que nos entendemos y sabemos cuando hablamos de verdad y cuando no (no olvidaré tus consejos), a Manu Sueiro por parir un niño tan bonito, a los chicos de la Marca porque sois roleros antes que autores y eso me encanta, a Kane por acudir en cuando pronunciabas su nombre dos veces (más eficiente que Biltelchus, que lo tenías que llamar tres veces), a Kiko y a sus Edorianos por amar el rol y por contar las historias roleras más divertidas que he oido en los últimos años, a todos los chicos del Dirigible por estar en siete mil sitios a la vez (y no volverse locos en el intento), a los que me pidieron una firma (os juro que me da más vergüenza a mí que a vosotros), y a todos aquellos que me hicieron compañía y me dieron charla y de los que nunca supe el nombre.
Gracias.